Fundado en el año de 1857 y consagrado a partir de 1911, el municipio de Hollywood se convertiría en un mapa hacia las estrellas albergando a las grandes productoras y principales estudios de la industria cinematográfica del siglo XX. Sin duda alguna este condado de California se convertiría en la fabrica de sueños de todo el mundo, donde en pantalla se proyectaba lo imposible hasta que un día pudiera ser posible. Aquel inolvidable atardecer en “Lo que el viento se llevo”, las películas donde podíamos ver actuar a un joven e inmortalizado James Dean, la primera vez que todo mundo viajo a una galaxia muy, muy lejana con Star Wars o llorar de manera imparable con Meryl Streep en la “Decisión de Sophie”. Podremos mencionar mil y un títulos, millones de historias y entrañables personajes que nos marcaron de por vida. Con la llegada del nuevo milenio, aquellos filmes se llenaron de polvo.. El misterio y la fantasía quedaron atrás, al parecer solo sobrevivió la comedia de una manera muy barata y vacía.
Es como si el cine hubiera correspondiera a un ciclo de vida que de manera muy obvia tuvo un nacimiento, un crecimiento olímpico y una decaída inminente que lo ha ido sepultando. A mi parecer, hoy en día difícilmente me inspira o sorprende una película. Podría argumentar que tal vez la cinefilia es lo que expira y que la magia del cine continua de manera latente. No obstante, me atrevo a decir que es insultante el descaro disfrazado de creatividad al intentar revivir histriones pasados creyendo que repetirán el éxito que una vez tuvieron las versiones originales.
El verdadero ingenio y la creatividad la tenían los cineastas de tiempos pasados venciendo los obstáculos de la realidad para poder proyectar sus ideas y plasmarlas en la realidad buscando un éxito en taquilla, pero mas que nada suspiros que eran el resultado de la innovación. La innovación traía consigo la ilusión y aquella fascinación que inmediatamente era una maravilla para el espectador. A decir verdad, la nostalgia es la única arma que hoy en día tiene del cine comercial, revivir emociones del pasado con los remakes que vienen atormentándonos desde la década pasada, insípidos y áridos, una copia con cambios predecibles. La prostitución de ideas ya conocidas ha llegado, ¿se han extinguido los grandes guionistas o simplemente se programan como repetidores de palabras temiendo a la innovación? Aunque también me pregunto, ¿El publico a caído en el abismo de lo vulgar, común, corriente, simple y cómodo? Sin duda alguna, la respuesta es que se han vuelto adictos a la repetición y continuidad de historias que terminan en la nada absoluta, ahora una nueva película forzosamente tiene que llegar a una secuela o trilogía si tiene éxito en taquilla y aceptación por parte del publico al cual estaba destinada. Esta cuestión debe de quedar a la reflexión personal, el cine ya no es cine, ahora es una industria que solo de dedica a reproducir una y otra vez ideas e historitas, pero ya no emociones.
Todo aquello que representaba esa magia ya no existe, ha desaparecido junto lo que era verdadero talento histriónico, es decepcionante ver a un Robert De Niro en películas de Zac Efron donde este joven actor solo sale enseñando cuerpo, porque es evidente talento no tiene, al igual que la mayoría (si no es que todos) los actores de su generación, títeres inexpresivos y carentes de esa noción y dosis de realidad sobre lo malo que es su trabajo encarnando personajes ficticios. La espontaneidad debería resurgir, la exigibilidad es una tarea obligatoria del productor en cuanto la calidad y frescura del producto cinematográfico en el cual trabaja para llevarlo a la gran pantalla, pero mas importante es el publico el que tiene el deber de exigir CINE y no a Jennifer Lawrence interpretándose a si misma, adaptaciones de tragicomedias adolescentes sin sentido como lo son las novelas de John Green o las mil y un sagas juveniles que nos atropellan desde Crepúsculo. El publico tiene el deber de exigir historias que ericen la piel, historias que deleiten nuestra vista y se perpetúen en nuestra mente. Historias que mostraban seres humanos y no seres artificiales que pertenecen a historias mas corrientes que comunes.
Es como si el cine hubiera correspondiera a un ciclo de vida que de manera muy obvia tuvo un nacimiento, un crecimiento olímpico y una decaída inminente que lo ha ido sepultando. A mi parecer, hoy en día difícilmente me inspira o sorprende una película. Podría argumentar que tal vez la cinefilia es lo que expira y que la magia del cine continua de manera latente. No obstante, me atrevo a decir que es insultante el descaro disfrazado de creatividad al intentar revivir histriones pasados creyendo que repetirán el éxito que una vez tuvieron las versiones originales.
El verdadero ingenio y la creatividad la tenían los cineastas de tiempos pasados venciendo los obstáculos de la realidad para poder proyectar sus ideas y plasmarlas en la realidad buscando un éxito en taquilla, pero mas que nada suspiros que eran el resultado de la innovación. La innovación traía consigo la ilusión y aquella fascinación que inmediatamente era una maravilla para el espectador. A decir verdad, la nostalgia es la única arma que hoy en día tiene del cine comercial, revivir emociones del pasado con los remakes que vienen atormentándonos desde la década pasada, insípidos y áridos, una copia con cambios predecibles. La prostitución de ideas ya conocidas ha llegado, ¿se han extinguido los grandes guionistas o simplemente se programan como repetidores de palabras temiendo a la innovación? Aunque también me pregunto, ¿El publico a caído en el abismo de lo vulgar, común, corriente, simple y cómodo? Sin duda alguna, la respuesta es que se han vuelto adictos a la repetición y continuidad de historias que terminan en la nada absoluta, ahora una nueva película forzosamente tiene que llegar a una secuela o trilogía si tiene éxito en taquilla y aceptación por parte del publico al cual estaba destinada. Esta cuestión debe de quedar a la reflexión personal, el cine ya no es cine, ahora es una industria que solo de dedica a reproducir una y otra vez ideas e historitas, pero ya no emociones.
Todo aquello que representaba esa magia ya no existe, ha desaparecido junto lo que era verdadero talento histriónico, es decepcionante ver a un Robert De Niro en películas de Zac Efron donde este joven actor solo sale enseñando cuerpo, porque es evidente talento no tiene, al igual que la mayoría (si no es que todos) los actores de su generación, títeres inexpresivos y carentes de esa noción y dosis de realidad sobre lo malo que es su trabajo encarnando personajes ficticios. La espontaneidad debería resurgir, la exigibilidad es una tarea obligatoria del productor en cuanto la calidad y frescura del producto cinematográfico en el cual trabaja para llevarlo a la gran pantalla, pero mas importante es el publico el que tiene el deber de exigir CINE y no a Jennifer Lawrence interpretándose a si misma, adaptaciones de tragicomedias adolescentes sin sentido como lo son las novelas de John Green o las mil y un sagas juveniles que nos atropellan desde Crepúsculo. El publico tiene el deber de exigir historias que ericen la piel, historias que deleiten nuestra vista y se perpetúen en nuestra mente. Historias que mostraban seres humanos y no seres artificiales que pertenecen a historias mas corrientes que comunes.